top of page

TERAPIA DE REGULACIÓN ENERGÉTICA

por Xavier Sánchez de Muniain

La Regulación Energética es una terapia dirigida al equilibrio de la energía vital.

La relación de esta energía con la salud no es ningún misterio. Todos recurrimos a su acción sanadora cuando recibimos un golpe en el cuerpo.

La acción instintiva de llevar las manos a la zona dañada no tiene otro sentido que el de conseguir la dispersión de la energía acumulada en ese punto como consecuencia del golpe. De esa manera, de forma inconsciente, la energía se equilibra, reduciéndose el dolor y facilitándose la recuperación

 

 

Hay que entender que el cuerpo humano es similar a una cadena, formada por multitud de eslabones, unos fuertes y otros más débiles.

Cuando las circunstancias de la vida someten esta cadena a tensión –cansancio, ansiedad, etc.- el fallo se produce por los eslabones más débiles. Es por tanto a estos a los que hay que atender. La forma de hacerlo es repartiendo la fuerza corporal – la energía- de manera equilibrada en todo el cuerpo

 

Mientras que el desequilibrio corporal actúa acumulando la energía, por exceso, en los puntos fuertes y vaciando de ella los débiles, la Regulación Energética actúa en sentido inverso, llevando el exceso de energía desde las zonas fuertes a las zonas más débiles. De esa manera el cuerpo se equilibra, los puntos débiles se protegen y la cadena se hace mucho más resistente.

 

 

Para una información más detallada, consultar la relación de temas que figuran en el margen izquierdo o descargar (gratuitamente) el contenido del libro "La Regulación Energética". Para esto ultimo, basta pulsar en el icono LIBRO situado también en el margen izquierdo.

Ancla 1

Energía Vital

Hay una gran Energía Universal, a la que podríamos referirnos nombrándola con mayúsculas, una Energía que todo lo abarca y contiene, de la cual todos los seres formamos parte. Esto equivale a decir que el Cosmos, el Universo, y todo lo creado, tanto lo material como lo espiritual, son parte de esa Energía, manifestaciones suyas.

 

Pero también es cierto que esta gran Energía primaria se manifiesta a través de muchas otras formas concretas de energía, de la misma manera que el tronco del árbol, único, se descompone en multitud de ramas individualizadas.

En la fotografía, la energía vital, o ki, fluyendo de mano a mano y provocando el movimiento de estas en el espacio.

 

Cuando los científicos hablan de "energía" se refieren a las fuerzas potenciales que, inteligentemente utilizadas, pueden convertirse en productoras de trabajo. Son las energías materiales, como la electricidad, el vapor, el magnetismo, la energía atómica, los diferentes tipos de energías naturales –eólica, solar, etc.- o las encerradas en sustancias tales como, los explosivos o el petróleo. Todas esas formas de energía tienen en común que ni son biológicas ni son inteligentes. Podríamos decir de ellas que son "energías brutas", y que sus efectos dependen del uso que de ellas se haga.

Sin embargo, hay una energía, biológica e inteligente, que se dirige a la conservación de la vida, y a la cual llamamos energía vital.

 

Está presente en todos los seres vivos pertenecientes tanto al mundo vegetal como animal. Y lo está, cumpliendo una doble función fundamental, en el hombre.

Por una parte, su cometido es el de preservar la vida y conservar la salud. Por eso se da una relación directa entre el estado de la energía vital de la persona y su nivel de salud.

 

La energía está en todo el cuerpo, y su característica es la dinamicidad, fluyendo activamente en todas direcciones. Pero basta que este fluir de la energía se reduzca o entorpezca en alguna área corporal para que, inmediatamente, comiencen a producirse problemas en ese punto. Un golpe, por ejemplo, produce un estancamiento de la energía en la zona golpeada, y la recuperación de la zona dañada solo se realiza en la medida en que esa energía estancada comienza de nuevo a fluir con normalidad

 

De la misma manera, toda enfermedad o disfunción corporal lleva implícito un desequilibrio energético que, en sus etapas iniciales, se produce siempre como energía estancada en exceso. Por su parte, la curación implica siempre una vuelta al equilibrio energético, de modo que hasta que este no se consigue la curación no se produce.

 

Un organismo bien constituido necesita un mínimo de energía para su correcto funcionamiento, de tal manera que, cuando este mínimo no se alcanza, el organismo comienza a fallar por falta de fuerza.

 

Así ocurre en la vejez, edad en la el organismo falla por falta de energía. Pero, durante la vida, a cualquier edad, se puede producir también un fallo por falta de energía si la que se tiene se encuentra en gran parte bloqueada. En esa situación el cuerpo carece de fuerza para recuperar los problemas que se originan continuamente.

 

De ahí la importancia de actuar sobre el estado de la energía para mantenerla en un estado de permanente equilibrio, dentro de nuestras posibilidades.

 

Cuando un cuerpo tiene su energía equilibrada, casi todos los problemas de salud se recuperan por sí solos, sin tener que recurrir a remedios externostales como los medicamentos.

 

Este estado de equilibrio del ser humano, como base para la salud, fue enfatizado ya en los escritos hipocráticos, en los cuales se reconoce el valor de las fuerzas curativas intrínsecas de los organismos vivos, fuerzas a las que denominó como"el poder curativo de la naturaleza"

 

El otro gran cometido de la energía vital es el de servir de enlace entre componentes tan diversos del ser vivo como son su cuerpo físico y su alma.

 

Esta función de la energía vital, como enlace entre cuerpo y alma, es de extraordinaria importancia y, que yo sepa, nunca hasta ahora ha sido explicada por nadie. Una intuición de ello la tuvo ya Hipócrates (400 a. C, isla de Cos) al insistir en la relación entre alma, cuerpo y ambiente, de cara a lograr el equilibrio que se precisa para el mantenimiento de la salud.

 

Desgraciadamente, la medicina occidental no ha sabido entender estos puntos de vista y se ha desarrollado en una dirección totalmente opuesta a la mantenida por los principios hipocráticos. (Para más detalles dirigirse al cap.II del libro.)

 

El conocimiento de esta energía corporal fue patrimonio de Oriente desde hace muchos siglos. En la India se llamó "prana", y su práctica se desarrolló a través de los diferentes yogas. En la China se llamó "ch’i", (palabra que designa al gas o éter) y su conocimiento, derivado de tradiciones chamánicas, se aplicó a formas de evolución espiritual, desarrolladas tanto en el Taoismo como en elConfucianismo.

 

Precisamente es sobre esta energía sobre la que actúa la acupuntura a través de algunos de sus recorridos corporales más importantes, llamados "meridianos deenergía".

 

Durante el periodo Han (206 a.C- 220 d.C) la medicina china se estructuró como conjunto de ideas que se plasmaron por escrito en los textos médicos clásicos.

 

Dentro de estas teorías, un concepto clave es el de equilibrio. Los clásicos chinos afirman que la enfermedad se manifiesta cuando el cuerpo pierde el equilibrio y el ch’i no circula correctamente, lo cual es totalmente exacto.

Pero lo difícil es pasar de la teoría a la práctica, y es este paso tan importante el que enseña a realizar la R.E.

 

En Japón, el conocimiento de la energía, que se llamó "ki", fue recibido de la China y desarrollado a partir de los periodos Nara, en el siglo VIII de nuestra Era y siguientes.

(En la figura de la derecha, caligrafía de Shinmei Kishi con el ideograma representativo del ki).

Especial importancia tuvo, en este aspecto, el pensamiento budista de la India, introducido en Japón también a través de China, y desarrollado bajo la forma de budismo Zen De esa manera se desarrolló toda una tradición basada en el conocimiento del ser humano como ser de energía. Las aplicaciones de esta tradición llegaron a todos los campos de la cultura: las artes, la guerra, la medicina, la filosofía y la meditación. Similarmente a como ocurrió en China, se desarrollaron en Japón formas de terapias energéticas propias, como el"shiatsu", o digitopuntura, basadas en el conocimiento de los meridianos de energía.

Sin embargo, la energía vital está en todo el cuerpo, no solo en los llamados meridianos, razón por la cual las terapias energéticas más eficaces, como puede ser la REGULACION ENERGETICA, actúan indistintamente sobre cualquier parte del cuerpo. Cualquier punto del cuerpo es punto de contacto con la energía vital.

En Oriente, con una forma de pensar muy diferente a la occidental, el concepto de "prana" ,"ch‘i", o "ki" abarca un campo muy amplio que engloba todo lo que es concebido como energía.

Esa ambigüedad del término no es para ellos obstáculo alguno porque su mente, no cartesiana, está habituada a convivir sin problemas con lo ambiguo y misterioso.

 

De hecho, Oriente ha estado mucho más interesado en las aplicaciones prácticas del ki que en la profundización de su conocimiento teórico.

Pero hoy día es ya el momento de que el hombre del III Milenio se atreva a acometer la tarea de aunar la práctica con el conocimiento. Ya no basta con limitarse a repetir lo dicho por otros en siglos pasados, como si se tratara de un dogma cerrado incuestionable. Al revés, todo debe revisarse continuamente y ponerse al día, especialmente en materia tan delicada, partiendo de la superior capacidad de comprensión del hombre actual, mucho más evolucionado que el de siglos anteriores.

 

Muchos conocimientos heredados desde las tradiciones antiguas de oriente siguen siendo válidos. Pero otros deben de ser corregidos o actualizados, porque el tiempo que le va quedando al hombre para llegar a la máxima comprensión de sí mismo está siendo dramáticamente reducido.

Y un punto clave para avanzar en el conocimiento del ser humano es, precisamente, el de la energía vital.

En la segunda mitad del siglo XX, este conocimiento de la energía vital ha llegado también a Occidente. No solo a través del conocimiento de las filosofías orientales, sino también a través del conocimiento de su medicina, especialmente la acupuntura.

La aportación de Occidente a este campo no ha sido grande, pero sí ha sido significativa la realizada por Reich a través de la Bioenergética, basada en la energía vital a la que denominó "orgon".

 

Por otra parte, la física enseña que hasta la materia es energía; y la energía atómica no es otra cosa que la liberación de la energía encerrada en la materia. Pues si hasta la materia es energía, ¿cómo no va a serlo el ser humano en mucho mayor grado?

La medicina oficial considera solo a la energía corporal sintetizada como ATP(trifosfato de adenosina), pero esta es solo una forma transmutada de la energía contenida en los alimentos. El hombre todo es una gran pila energética en contacto con un entorno natural que es pura energía (o que lo era hasta que el hombre, insensible a la energía ambiental, se ha dedicado a empobrecerlo y a polucionarlo). Este microcosmos energético que es el hombre está en continua interacción con el macrocosmos energético del Universo, especialmente a través de la respiración. De ahí la gran importancia concedida a la respiración en todos los caminos orientales de purificación y evolución: yogas, shintoismo, taoismo, zen, etc. Bien entendido que al hablar de respiración me estoy refiriendo al intercambio energético asociado a la respiración pulmonar, el cual se realiza a través de la totalidad del cuerpo, y no solo en los pulmones.

La medicina oficial de nuestra Seguridad Social se ocupa de la salud de forma indirecta, luchando contra la enfermedad. Pero hay otra forma de terapia, en muchos sentidos mucho más avanzada, que se ocupa de la salud directamente, a través del equilibrio de la energía vital. Porque, finalmente, el estado de salud del cuerpo es la consecuencia del estado de su energía.

El aire, si está limpio, se presenta cargado de energía –el prana de los hindúes -. Un aire empobrecido, polucionado, es un aire desprovisto de gran parte de su energía. Igual ocurre con el agua. No posee la misma energía el agua que corre por los arroyos de la montaña, o el agua que cae saltando en las cascadas, que el agua estancada de un pantano o de un depósito. La carne de un animal muerto carece de energía vital, la cual desaparece en el momento de la muerte. Pero no ocurre así en el caso de los vegetales. Una fruta recién cortada mantiene la plenitud de su energía vital durante un tiempo, y solo la va perdiendo lentamente. Por eso, cuando la consumimos, ingerimos su energía viva, la cual nada tiene que ver con el poder calórico del alimento.

La energía vital puede ser sentida por toda persona un poco entrenada y que tenga un organismo limpio y sensible.

 

Esta percepción se puede realizar con todo el cuerpo pero, de modo especial, con las manos.

Desgraciadamente, muchas personas ni siquiera son capaces de sentir su cuerpo físico, o solo son conscientes de él cuando les duele, lo que equivale a decir que solo son sensibles al dolor.

Otros confunden las percepciones energéticas con sensaciones nerviosas o musculares

Mi esperanza es que en el III Milenio el ser humano se adentre, con todas las consecuencias, en el campo de la energía vital, el cual es la puerta, entre otras cosas, para adentrarse en el conocimiento de sí mismo y en el camino de suevolución espiritual. Por eso digo, en la página inicial, que la RegulaciónEnergética es una forma de terapia, pero también un camino de salud y unmedio de evolución.

 

Para tratar la enfermedad basta con conocer el poder del medicamento, pero para cuidar la salud –de una forma integral- hay que conocer al hombre, y para ello es imprescindible conocer a fondo lo que somos, la energía que somos, nuestra energía vital. Por otra parte, si no somos capaces de sentirnos como energía vital, ¿qué posibilidades podremos tener de sentirnos como alma?. El alma también es una realidad energética, no algo confuso enmarcado dentro del ámbito ambiguo de las creencias religiosas.

 

Personalmente no estoy interesado en las religiones, alimento solo para personas inmaduras, pero sí me interesa, y mucho, la realidad, la realidad TOTAL que somos, la cual incluye todo lo que es, tanto lo que vemos como lo que no vemos. Por eso el conocimiento de la energía contiene muchas facetas. Una es la de la salud corporal, la más inmediata y práctica. Dado que esta energía es la responsable del cuidado de esta máquina que es el cuerpo humano, el mantenerla en las mejores condiciones de funcionamiento es de suma importancia. A esto llamamos equilibrar la energía, y es el objetivo al que se dirige la práctica de la Regulación Energética.

 

Otra faceta es la de permitir que nos adentremos en la comprensión de lo que somos lo que requiere el conocimiento de algunas claves básicas, como las que se aportan en la Primera Parte del libro.

Para ampliar este tema de la energía vital, dirigirse a los capítulos I.5, I.6, I.7 y III.1 del libro.

La Regulación Energética

La Regulación Energética se ocupa del equilibrio de la energía vital. Luego, esta energía vital equilibrada actúa inteligentemente restaurando la salud perdida y perfeccionando el funcionamiento corporal.

De hecho, en cada persona está la capacidad para restaurar su salud, la cual se ve continuamente alterada por nuestra forma defectuosa de vida o por las circunstancias exteriores. En este aspecto muy poco es lo que la persona, conscientemente, hace por sí mismo. Si la salud se está restaurando continuamente es debido a que existe una fuerza interior sanadora e inteligente que actúa en todo momento. Esta fuerza sanadora no es otra que la producida por la energía vital

 

¿Por qué, entonces, es necesario recurrir a la Regulación Energética?

Muy sencillo, porque el estado de nuestra energía está sujeto a continuas fluctuaciones y desequilibrios, de tal modo que su capacidad de restauración de la salud se ve muchas veces prácticamente anulada.

 

De la misma manera que el motor de un coche, bien puesto a punto, es capaz de rendir al máximo de sus posibilidades, una energía vital bien equilibrada es capaz de producir una máxima recuperación ante las agresiones a que está expuesto el organismo. Por el contrario, incluso un organismo fuerte es capaz de sucumbir ante el menor contagio si su energía está bloqueada, porque una energía bloqueada es una energía paralizada, incapaz de reaccionar adecuadamente.

 

Lo que caracteriza a la energía vital es la dinamicidad. Un máximo de dinamicidad significa un máximo de capacidad de respuesta, un máximo de capacidad de adaptación, un máximo de salud. Es una energía que puede contraer y dilatar al máximo, como un muelle en perfectas condiciones, y que por lo tanto se adapta a cualquier circunstancia

 

Una energía equilibrada es una energía dinámica y elástica, que permite al individuo pasar fácilmente de los estados de tensión a los de relajamiento

Sin embargo, una energía parcialmente bloqueada es similar a un muelle atascado, que ni es capaz de contraer ni de dilatar. Es una energía que produce un cuerpo sin elasticidad, sin apenas capacidad de respuesta, incapaz de recuperarse y de reaccionar. En esos casos la persona ni sabe concentrarse ni sabe relajarse

 

Porque la salud, recordémoslo, consiste básicamente en la capacidad del ser humano para adaptarse a las circunstancias, para reaccionar ante lo nuevo y diferente. Un organismo que se adapta –que tiene la fuerza y la elasticidad necesarias para adaptarse- es un cuerpo que puede fácilmente vivir en salud. Contrariamente, una persona con la energía bloqueada es una persona incapaz de adaptación.

 

Más aún, una energía bloqueada significa, en la práctica, una pérdida de potencial energético para la persona Cualquier cambio en el clima, en la alimentación, en las relaciones sociales o familiares o en el trabajo realizado será causa de su derrumbe físico y psíquico.

Porque la salud todo lo engloba, lo físico, lo emocional y lo mental, y en ese sentido la energía vital actúa indistintamente en cualquiera de esos campos, de forma unitaria y, a la vez, global y coordinada

 

La Regulación Energética bien practicada va devolviendo la dinamicidad a la energía, con lo que la persona gana en vitalidad, en capacidad de superación de sus propios problemas, en armonía y en salud. Y gana también en energía real, en la medida en que puede disponer ahora de una energía antes inutilizada. Y para lograrlo no hay que poseer grandes conocimientos, porque no es la mente de quién practica la que decide el cómo hacer, sino que es la energía vital del individuo con el que se practica la que decide, de forma inteligente, como realizar el trabajo.

 

En efecto, es la energía del otro la que mueve las manos de la persona que actúa, y la que las lleva a los sitios en los que el contacto es necesario. Por ello lo más primordial y básico es sentir la energía con claridad y actuar luego sin pensar, sin tomar decisiones, dejando que la energía nos lleve y guíe.

 

No se trata de dar energía al otro. Esto no sería lícito ni correcto. Cada persona tiene su propia energía –unos más y otros menos- y cada uno es responsable de sacar el mejor partido a lo que tiene. Lo que se hace es ayudar para que esa energía que tiene la otra persona rinda al máximo de su capacidad. Ayudar paradevolver a esa energía su máximo potencial vital

 

La Regulación Energética es una ayuda importante, muchas veces decisiva, pero que nunca suplanta a la persona, ni mucho menos crea dependencia alguna en esta.

Pedir una ayuda es perfectamente lícito, pero luego es uno el que debe aprender a vivir por sus medios, con el máximo de autosuficiencia

 

Lo que no es lícito es descuidar constantemente la propia vida y luego recurrir al trabajo de los demás para que corrijan lo que nosotros continuamente estamos estropeando.

En el trabajo de regulación energética, la regla básica es contactar con la energía vital y dejarse guiar por ella. Porque ella sabe adonde ir en cada momento y cuales son las prioridades de cada persona. Por eso cada tratamiento de R.E. es diferente. Nunca hay dos iguales. Al final del trabajo, cuando se finaliza el tratamiento, el estado de la energía es totalmente diferente al que tenía al comienzo.

¿Ya estoy curado?, dicen algunas personas. No, no estás curado, pero ahora tú energía sí está mucho más capacitada para realizar su trabajo de recuperación de la salud. La energía está ahora en un estado diferente, aunque la persona no lo sienta. Y es esa energía en equilibrio, la que comienza a actuar de inmediato para restaurar la salud.

 

A veces, incluso, las reacciones de la energía equilibrada son sorprendentes por su intensidad. Son normales síntomas de un extremo cansancio, a las pocas horas, o sensación del cuerpo dolorido aunque apenas se le haya tocado. Son señales, siempre beneficiosas, de la reacción corporal

Sin embargo no se trata de milagros. Un estado corporal de años de desequilibrio no se cambia con una sola sesión, sino a través de muchas de ellas. Todo depende de la fuerza del propio cuerpo, porque es la propia persona la que produce, con su energía, su recuperación. Pedimos milagros a otros, a quienes nos ayudan, pero en este caso los milagros habría que pedírselos a nuestra propia energía. ¿Tenemos una energía capaz de producir el milagro de nuestra curación instantánea?. Seguro que no. Pero, incluso si la tuviéramos, producir una curación a través de un solo acto terapéutico supondría una reacción corporal tan fuerte e intensa que nadie querría padecerla.

 

Dejemos al cuerpo. Es inteligente y sabe lo que nos conviene. En cualquier caso actúa siempre en función de sus propias fuerzas y del desequilibrio a superar. Finalmente, todo es el resultado de una correlación de fuerzas actuantes y opuestas: la fuerza curativa de nuestra energía y el lastre del desequilibrio a superar.

 

Este tema de la Regulación Energética puede ser ampliado consultando los capítulos V.1, V.2 y V.3 del libro.

Cómo Actúa

La R.E. actúa desde la energía vital. Esto quiere decir que actúa en cualquier campo de la salud, pues la energía se encarga tanto del equilibrio global del cuerpo como de la recuperación de sus desequilibrios concretos.

 

Mientras que las diferentes medicinas actúan en casos aislados, y a través de medicamentos específicos para cada situación, la energía vital actúa de manera global en todo el cuerpo produciendo una intensa reacción de respuesta del organismo frente a cualquier desequilibrio.

Esta reacción de respuesta depende solo de la energía disponible por el cuerpo- la cual varía de unas personas a otras, disminuyendo, lógicamente, con la edad- y de su estado de equilibrio.

 

Imaginemos un árbol compuesto por el tronco y por sus diferentes ramas. Supongamos que se produce un problema en una cualquiera de sus ramas. Las medicinas, tanto unas como otras, precisarían la identificación previa del problema y aplicarían un remedio específico concreto para esa rama en particular.

La R.E., por el contrario, actuaría desde el interior, a través del tronco y de la savia del árbol. Se equilibra la energía y luego es ella la que se encarga de producir las reparaciones necesarias en la salud.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Solo hay necesidad entonces de un diagnóstico, el que se refiere a identificar el desequilibrio energético, el cual nada tiene que ver con las llamadas enfermedades.

Está la salud y están los estados de pérdida, mayor o menor, de esta salud a causa del desequilibrio energético. Pero en términos de energía no tiene sentido hablar de enfermedades, pues su definición previa es solo un convencionalismo destinado a facilitar la aplicación de un remedio externo específico.

 

Para ampliar este contenido dirigirse al capítulo V.3 del libro.

Cómo se realiza

La T.R.E., se realiza a través del contacto con las manos, ya que las manos son el mejor instrumento para la percepción de la energía vital que posee el ser humano

Ese contacto puede realizarse por medio de la palma de la mano, de las yemas de los dedos o de las puntas de estos, bien sin presión, con presión suave o con presión intensa.

Pero, en cualquier caso, lo que cuenta no es la acción mecánica de las manos sobre el cuerpo, sino la comunicación con la energía vital que a través suyo se realiza. Esas mismas formas de contacto, sin percepción energética, no producirían el menor resultado.

 

Puede establecerse ese contacto directamente sobre la piel del cuerpo o, mejor, a través de un tejido suave de algodón. Las fibras acrílicas y el cuero dificultan mucho el trabajo con la energía. Por la misma razón, cuando se usan como ropa diaria, dificultan también la respiración energética del cuerpo.

O sea, que las manos son nuestro instrumento de trabajo, y por ello deben de ser unas manos especiales. No son iguales las manos del boxeador, que las del agricultor, las del artista o las del practicante de R.E.

En nuestro caso se trata de unas manos que sean capaces de sentir con claridad la energía vital. Pero como las manos forman parte indisociable del cuerpo, esto quiere decir también que toda la persona que practica la R.E debe de ser sensible a la energía.

Como en todo, es imprescindible que se den unas condiciones innatas, igual que ocurre cuando se trata de practicar la música, la danza, el dibujo, o las matemáticas. Y también que, además, se desarrollen luego estas condiciones a través de una práctica adecuada. Por lo demás, no se requieren unas condiciones más especiales que las precisadas para practicar cualquier otro arte. Cualquier persona es capaz de sentir la energía en una u otra forma. Pero si lo que se desea es trabajar con ella esa percepción debe de ser máxima.

La regla de oro en el trabajo con la energía es la de no actuar. Me explico: no ser nosotros los que movamos las manos de un sitio a otro. Es la energía de la persona sobre la que trabajamos la que las mueve y la que decide en cada momento en que punto del cuerpo debemos actuar. Es la energía la que actúa, limitándonos nosotros a abrirle camino a través del cuerpo.

En la R.E. no se transmite energía. Cada uno tiene la suya y debe administrarla de la mejor manera posible. Lo que se hace es regular esa energía. Básicamente, esa regulación consiste en dispersar la energía acumulada en exceso en algunas zonas y en acumularla en aquellas otras vacías en las que falta. Pero no de cualquier manera sino de forma que, al final, se dé un estado de centramiento energético intenso, es decir, un estado de equilibrio global en toda la persona.

Para conseguirlo, el trabajo suele iniciarse normalmente trabajando en las zonas más cargadas –hombros, cuello, nuca, trapecios, cabeza- para ir descendiendo luego a las zonas más debilitadas del vientre y de las piernas.

Finalmente, el trabajo termina cuando la energía se sitúa equilibradamente sobre el centro del vientre, que es el centro energético de la persona.

Este centro – el "tanden"- se sitúa a tres dedos por debajo del ombligo, y su fuerza mide el nivel de centramiento de la persona

Muchas son las personas que, por sentir la energía, dicen trabajar con ella. Pero una cosa es sentirla y otra, muy diferente, ser capaces de llegar a equilibrarla, dotando a la persona desequilibrada de un buen centramiento. Porque solo la energía de la persona centrada es capaz de actuar llevando el cuerpo a su mejor equilibrio y restaurando la salud.

Para realizar un buen trabajo de regulación energética lo primero es sentir con claridad la energía. Luego, todo el secreto está en tocar en los puntos precisos, en el orden adecuado, en el momento justo, y de la manera conveniente. Para tocar con eficacia en un punto, y corregir su energía, primero tiene que ir la energía a ese punto. Por eso, todo el tratamiento de R.E. consiste en un proceso exacto consistente en ir adaptándose lo más posible a las necesidades energéticas de ese cuerpo. Cuanto más nos adaptemos a ellas, más eficaz será el trabajo realizado. Cuando la energía va a un punto, dentro del proceso del tratamiento, y nos lleva las manos a ese punto, la acción de equilibrio de la energía sobre dicho punto puede ser muy rápida. Pero si, sin sentir la energía, intentamos actuar según nuestro criterio, el resultado será nulo o incluso negativo.

Para ampliar este tema consultar el capítulo V.2 y, en general, toda la segunda parte del libro

A quiénes se dirige

La R.E., a diferencia de todas las medicinas, oficiales o alternativas, se dirige atodas las personas, sanas o enfermas.

A todas las personas puede ayudar, produciéndoles importantes beneficios.

Esto es así porque no existe la persona totalmente sana que no pueda ver mejorado su equilibrio energético. Incluso la persona de mejor salud almacena cansancio y tensiones que disminuyen su rendimiento, aunque el exceso de su energía pueda superarlo y, aparentemente, se encuentre en perfectas condiciones.

Por otra parte, a otro nivel diferente, la R.E.es el mejor medio para ayudar a la persona a evolucionar interiormente.

 

Los conceptos de salud y enfermedad son puros convencionalismos. ¿Dónde comienza la enfermedad?. Mucho antes de que la persona se sienta enferma, su energía ha comenzado ya a presentar serios desequilibrios, a veces durante años. Por lo tanto, no es la sensación lo que determina el estado de salud o de enfermedad.

Personas con graves problemas, como cáncer, se encuentran bien antes de que este haya sido clínicamente detectado. Y personas con mínimos problemas pueden sentirse, en cambio, muy afectadas.

¿Cuándo comienza la enfermedad?. Los desequilibrios de la persona se van acumulando hasta que llega un momento en que pueden ser detectados clínicamente o comienzan a producir molestias. Pero esa detección, clínica o perceptiva, se produce en un momento ya muy avanzado del deterioro de la salud.

Oficialmente, la enfermedad se relaciona con la baja laboral, pero muchas personas aparentemente sanas están en un pésimo estado de salud.

Por todo ello es mucho mejor sustituir el término enfermedad por el de desequilibrio energético.

La enfermedad como tal se iniciaría, entonces, en un determinado punto de este proceso de desequilibrio, reconocible a partir de percepciones de dolor, de disfunciones orgánicas, o de diagnósticos clínicos.

Pero lo importante, para entender todo el proceso de pérdida de salud, es comprender la forma en que se va creando el desequilibrio energético y desarrollándose en el tiempo.

Corrigiendo este desequilibrio energético estaremos restaurando la salud, lo cual es un concepto mucho más amplio y profundo que el de la simple curación de la enfermedad.

Claro que se trata de curar la enfermedad, pero también se trata de recuperar nuestro mejor equilibrio energético, ese equilibrio que nos permite disponer del máximo de nuestra capacidad vital y de reacción ante los problemas, ya sean estos físicos, mentales o emocionales.

La R.E. cura porque restablece la salud, ya que donde hay salud no existe la enfermedad. Y, por lo que hace a la salud, hay que saber que esta puede ser siempre incrementada. De hecho, rara vez en la vida vivimos al máximo de nuestras posibilidades. ¿Por qué, entonces, no intentar vivir en ese máximo, disponiendo de todo nuestro potencial de salud?

Esta es otra diferencia respecto a la medicina, la cual no puede ser aplicada sobre los individuos sanos. Pero la R.E. siempre puede elevar los niveles de salud de las personas, sea cual sea su condición. De ahí que pueda ser aplicada, con ventaja, sobre cualquier persona, "sana" o "enferma", joven o vieja. Se puede practicar a bebés o incluso a fetos en el vientre de la madre, a madres gestantes, a niños, a adolescentes, a personas adultas o a ancianos.

 

Lógicamente, como la R.E. actúa a través de la energía vital de la persona, los efectos son más rápidos e importantes en las personas con una energía vital fuerte. En este sentido, las reacciones curativas del organismo serán siempre mucho más intensas en un niño que en un anciano, en una persona energéticamente fuerte que en una débil. Pero en todas ellas produce una reacción de salud, a todos beneficia, impulsando su energía a su mejor nivel de equilibrio.

Especiales beneficios puede aportar a dos grupos de personas sanas en los cuales interesa, de modo especial, mantener la salud al más alto nivel. Me refiero al grupo de las mujeres embarazadas y al de los deportistas. A las mujeres, durante su embarazo, para minimizar los efectos secundarios de este, para permitir que sea llevado con total normalidad y para garantizar las mejores condiciones para el feto. A los deportistas, para eliminar los efectos del sobreentrenamiento, para reducir la ansiedad, para eliminar las secuelas de lesiones pasadas, y para permitirles disponer de su máxima capacidad de respuesta.

Recordemos que la salud depende, fundamentalmente, de dos factores: uno, de la cantidad de energía que poseamos; otro, del estado de esta energía, es decir, de su nivel de equilibrio.

Ya hemos dicho que la R.E. no incrementa nuestra energía, pero sí actúa sobre su estado, lo cual es de vital importancia. De hecho, cuando nuestra energía está bien equilibrada, es capaz de superar por sí sola la inmensa mayoría de nuestros problemas de salud, sin tener que recurrir a ayudas externas como la de los medicamentos.

Este trabajo de equilibrio energético lo percibe la persona, en la práctica, como si obtuviera un suplemento extra de energía. Y en realidad así es, porque gran parte de su energía, por su estado de bloqueo, carecía de capacidad curativa alguna

Para ampliar el contenido de este tema dirigirse a los capítulos VII.3, VII.4 yVIII.3, del libro.

Problemas que corrige

La respuesta a esta pregunta sorprende siempre a muchos. Porque hay que decir que, salvo los problemas incurables, la R.E. trata todos los problemas de la persona. Problemas "incurables" son aquellos que, ni pueden ser corregidos desde el propio cuerpo por carecer este de capacidad para ello, ni pueden ser corregidos tampoco por la medicina. En la práctica ocurre, muchas veces, que ambos conceptos coinciden, es decir, que lo que el propio cuerpo no puede recuperar tampoco puede hacerlo la medicina.

Pero, claro, me estoy refiriendo a cuerpos con capacidad de recuperación, como son los tratados por la R.E., no a cuerpos atascados con medicamentos o con una energía bloqueada. Estos problemas incurables pueden estar originados o en deficiencias congénitas o en enfermedades adquiridas que superan y desbordan la capacidad de recuperación del propio cuerpo.

Una infección grave, como una meningitis aguda, no puede ser superada por el cuerpo sin la ayuda de los antibióticos. Ni tampoco enfermedades degenerativas como el parkinson, la esclerosis múltiple, la mayor parte de los casos de cáncer, o tantas otras, para las cuales tampoco existe la ayuda de ninguna medicina.

Sin embargo, hay enfermedades degenerativas que se producen, con la edad, como el alzheimer porque antes se ha ido dando un deterioro lento y continuo de la energía de la persona. Cuando el nivel de desequilibrio llega a un determinado punto, comienzan a manifestarse los síntomas degenerativos. Pero esta degeneración no se produciría si la persona hubiera mantenido activa y equilibrada su energía. Esto supone que, en el futuro, las personas tendrán que aprender a cuidar de su salud en todo momento, no solo cuando se sientan enfermas, porque muchas veces esta enfermedad, cuando llega, lo hace de forma irreversible.

Sin embargo, en la mayoría de los casos tratables por la medicina, la R.E.actúa con ventaja porque incrementa la capacidad de respuesta de la persona y no presenta nunca efectos secundarios de ningún tipo.

La R.E. actúa en todos los estados de ansiedad, depresión o estrés, en los problemas nerviosos, en los dolores musculares o articulares, en todo tipo de dolores agudos o crónicos, en los problemas de espalda o en las cefaleas, en los problemas del aparato digestivo o circulatorio, en las lumbalgias o ciáticas, en los problemas cardíacos, renales o hepáticos, en muchos casos de disfunciones glandulares, en los problemas de tipo respiratorio, especialmente en el caso de los niños, allí donde la medicina ha fracasado antes con todo tipo de antibióticos, en problemas de tipo ORL, en esguinces, en torceduras, en todo tipo de lesiones deportivas, en recuperación de fracturas y de estados postoperatorios, en situaciones de debilidad general y de fatiga crónica, etc. La lista sería interminable.

Los casos más simples para la medicina son aquellos en los cuales se produce un problema concreto, local, dentro de un contexto orgánico sano. En esos casos todo evoluciona fácilmente. Pero aún así, como es el caso de las lesiones deportivas, son innumerables los casos en que la curación es solo incompleta.

Sin embargo, cada vez son más los casos de personas "sin diagnóstico". Personas que se encuentran mal, con multitud de síntomas, pero en las cuales la analítica no es capaz de proporcionar un diagnóstico concreto.

 

Es en estos casos en los que la R.E.manifiesta todo su valor. En efecto, la medicina falla porque es incapaz de tratar la totalidad del organismo de forma armónica, y porque hay muchos problemas que son indetectables clínicamente.

Pero precisamente ese es el punto fuerte de la R.E. Primero, porque actúa sobre la totalidad del organismo, a través de la energía vital, de forma coordinada y armónica. Luego, porque puede diagnosticar de forma inmediata, a través de la energía, problemas que aún no se han traducido clínicamente, o problemas enmascarados dentro de un contexto de desajuste global.

Pero lo que se le escapa a la medicina no se le escapa a la energía, la cual actúa inmediatamente, de acuerdo a las prioridades reales del organismo, y reconstruyendo la salud de forma global y armónica.

Si a eso le añadimos el hecho de que no posee efecto negativo alguno, de que no crea adicción o dependencia, y de que potencia siempre la salud de la persona, tanto en el plano del problema concreto como en el general, nos daremos cuenta que es, en muchos casos, la mejor alternativa a una medicina que actúa– a través de la medicación- haciendo pagar un alto costo en salud a la persona. Es la alternativa característica del siglo XXI.

 

También hay que decir que la R.E. actúa beneficiosamente en los casos en los que la curación es imposible. En efecto, en el destino de la persona no siempre figura la curación como posible. Pero incluso en esos casos es mucha la ayuda que la R.E. puede proporcionar. Puede siempre, por ejemplo, reducir los elevados niveles de ansiedad producidos por la propia enfermedad, lo que se traduce en un mejor funcionamiento orgánico y en una mayor calidad de vida. Puede tranquilizar la mente de la persona, haciéndola aceptar su propia circunstancia. Y puede proporcionar, en los casos terminales, una muerte tranquila, sin dolores y llena de paz. He tratado a muchas personas con cáncer terminal para ayudarles en sus últimos días. Y todas ellas han tenido muertes realmente envidiables, incluso alegres.

La razón de ello está, precisamente, en la capacidad de la R.E. para acercar la persona –con su mente y sus sentimientos- a su alma, lo que produce una aceptación tranquila del destino vital de cada uno, y excluye el miedo a la muerte.

Lo importante, finalmente, no es tanto conseguir la curación, porque la vida tiene siempre un final –afortunadamente- sino el vivir y morir en paz, lo cual exige vivir en armonía consigo mismo, consecuencia de la unidad entre cuerpo, energía y alma.

 

Para ampliar este tema dirigirse a los capítulos V.1, VII.3 y VIII.4 del libro.

Sus resultados y efectos

En multitud de casos se produce una clara reacción como consecuencia del primer tratamiento. Los síntomas son varios: mucho cansancio repentino, necesidad de descanso o cuerpo dolorido, de forma similar a las agujetas. Muchas veces esa primera noche, después del tratamiento, dice la persona haber dormido "como nunca".

Estos efectos son siempre inocuos y beneficiosos, denotando la acción curativa de la energía que, por primera vez en muchos años, comienza a despertar y a poder actuar con toda su fuerza.

También se pueden producir reacciones diversas en etapas más avanzadas, a lo largo de los tratamientos.

Cuando la energía acomete con fuerza la resolución de un problema crónico origina siempre, en algún momento, estados reactivos agudos caracterizados por inflamación, fiebre, supuración, o agudización del dolor.

Se trata de estados necesarios, de carácter transitorio, perfectamente controlados, y que indican un claro proceso de mejoramiento. Son estados que nunca, o casi nunca, se dan en personas hospitalizadas o sometidas a medicación, pues en estos casos el cuerpo, en vez de responder con fuerza creando procesos curativos, se acomoda pasivamente a la acción de los medicamentos.

La reacción, finalmente, depende de cada persona, de su nivel de energía, de las características de su estado de desequilibrio, del carácter más o menos crónico de este, de la forma en que la propia persona colabora a los tratamientos, de la frecuencia de estos y de la duración de la terapia.

 

Desgraciadamente muchas veces la persona no se concede el tiempo que su cuerpo necesita para reaccionar en profundidad y devolverle la curación. Sienten miedo ante el primer síntoma de reacción, por ligero que sea, abandonando la terapia, o lo hacen en cuanto desaparecen los dolores que inicialmente la aquejaban. No se dan cuenta de que su propia energía no tiene fuerzas para proceder a esa curación repentina que desearían, aparte de que su propio cuerpo no lo resistiría. Son personas que, además de sus desequilibrios energéticos, poseen una mente desequilibrada que no les permite entender las cosas rectamente. Sienten muchas prisas por curarse, dicen, pero ni colaboran a ello ni tienen la constancia para perseverar lo suficiente. Su ansiedad se traduce en prisas, impaciencia e incapacidad para permitir que el cuerpo evolucione a su ritmo.

Y es que la salud hay que ganársela uno mismo, no pudiendo ser simplemente comprada o regalada. La salud es nuestra salud, la que nosotros tenemos que conquistar y mantener con esfuerzo, ilusión y alegría, no la que nos da el médico, la Seguridad Social o el terapeuta

 

La capacidad de mejora a través de la R.E. no tiene fin. Porque unos son los problemas aparentes que la persona puede reconocer a través de sus molestias, y otros los problemas, o causas primeras, que van saliendo a la luz, con el tiempo, a través de la terapia.

Tengo bastantes personas que siguen acudiendo periódicamente, incluso semanalmente, después de más de 15 años. Y es porque saben que, gracias a esa ayuda, su vida está continuamente mejorando y su salud recibiendo el estímulo que más necesita para mantenerse al máximo nivel de equilibrio.

Los cambios en la persona, a través de la acción continuada de la R.E., no cesan nunca. Al principio la persona acude siempre preocupada por su cuerpo físico. Pero más adelante, cuando estos problemas se han solucionado en su mayoría, se da cuenta de que va cambiando de forma positiva en su interior, y es entonces ese cambio interior lo que más le interesa. Se aprende a vivir diferente, a tener una mejor relación consigo mismo y con el entorno, y a tener una calidad de vida muy superior.

 

Se gana en sensibilidad corporal y espiritual y, como consecuencia de esto, se cambian los gustos en casi todo, comenzando por la propia forma de comer o de pensar. Pero, como en casi todo, depende de cada uno. El que quiere llegar lejos encuentra en la R.E. la ayuda para llegar todo lo lejos que quiera, no sólo en el ámbito de la salud sino en el de la propia evolución. Pero el que no está interesado en progresar, el que se conforma con poco, porque también da poco, ese recoge frutos mucho más escasos.

Queda por último referirse a la compatibilidad de la R.E. con la medicación. Casi todas las personas que acuden lo hacen después de llevar tiempo sometidas a intensa medicación. Por lo tanto hay que comenzar practicando en tanto la persona se medica. Pero enseguida, en cuanto el cuerpo comienza a despertar y a coger fuerzas, la medicación puede irse reduciendo, hasta que llega un momento en que se hace innecesaria y solo perjudica.

En efecto, el perjuicio de la medicación es triple. En primer lugar está el efecto yatrogénico sobre el organismo, el que se denomina "efecto secundario" del medicamento, que puede ser muy intenso. Pero es que, además de este, hay otros dos efectos negativos de gran importancia.

Por una parte está el que se produce sobre la energía al reducirla a un estado de pasividad, y que se va concretando en su creciente incapacidad para reaccionar ante los desequilibrios, lo que es causa de una mayor dependencia del medicamento, en un claro proceso de retroalimentación.

Por otra, está el efecto de dependencia psicológica que ocasiona sobre la mente del individuo, induciéndole a pensar que no puede vivir sin la ayuda del medicamento y restándole confianza sobre la capacidad de sus propias fuerzas. En ese momento nos encontramos con un organismo debilitado por el medicamento, con una energía acostumbrada a la pasividad, y con un individuo sin confianza en sí mismo.

Recuperar esa situación –si la persona quiere colaborar- como hace la R.E., no deja de ser una cierta forma de milagro en este mundo de hospitales y farmacias en el que el individuo está enseñado a que le den todo hecho y de forma gratuita.

La R.E. es, por tanto, perfectamente compatible con los medicamentos a corto plazo, en tanto estos son aún necesarios. Pero sería contradictorio a largo plazo querer simultanear las dos cosas porque sus efectos van en direcciones contrarias: el medicamento actúa por sí mismo anulando la respuesta de la energía vital; la R.E, activa la energía vital en un intento por hacer que el individuo aprenda a vivir sin muletas, por sí mismo, con sus propias fuerzas.

Son dos caminos divergentes, aunque los dos se dirijan al bien del individuo. En un determinado momento hay que elegir entre uno u otro, entre la propia energía o el medicamento, entre la actividad o la pasividad, entre la responsabilidad o el abandono.

 

Para ampliar este tema dirigirse a los capítulos V.2, V.3, VII.5, VII.6 y IX.4 dellibro.

Objetivo Último

La R.E., en cuanto terapia, inicia a la persona en los primeros pasos de un camino que se dirige a la salud, entendida esta en su más amplio concepto.

La R.E., si se ejerce correctamente, debe siempre ir acompañada de la correspondiente enseñanza. Enseñanza sobre los problemas a superar, sobre sus causas, sobre la forma de actuar sobre ellos, y sobre la forma de vivir en general. Porque el objetivo es el de hacer a la persona autosuficiente, devolviéndole sus fuerzas perdidas, las que necesita para vivir por sí mismo.

Hay que enseñar a la persona a sentir su cuerpo, a relacionarse con él, a sentir su respiración y a respirar correctamente, a trabajar con el estiramiento espontáneo, a alimentarse correctamente, a reducir cada día la ansiedad acumulada, a vivir con ritmo, tranquilamente, recuperando cada día la respiración profunda, y vaciando la cabeza, para que la energía pueda bajar a su centro natural del vientre –el hara de los japoneses-

 

Solo cuando la energía está bien asentada en el vientre, su centro, puede decirse que la persona está centrada. Y este centramiento es el cimiento sobre el que se construye la salud corporal y la evolución espiritual

 

Porque todo está unido: cuerpo, respiración, mente, energía, alma. Pero no se puede llegar al alma, lo más sutil e interior, si, previamente, no se ha pasado por el conocimiento y cuidado del cuerpo, primero, y de la energía después. Todo son pasos hacia una meta, pero pasos con orden. Quiero decir que lo primero es previo a lo segundo, y esto previo a lo tercero, y así sucesivamente.

 

Querer relacionarse con el alma cuando no sabe uno ni relacionarse con el propio cuerpo es una gran ignorancia. Hay que ir del cuerpo, que es lo más fácilmente perceptible, a la energía vital, y de esta a esa otra energía más sutil que es el alma. Desde lo superficial a lo profundo, desde lo inferior a lo superior, desde el apoyo de la tierra a las soledades del cielo, donde solo hay ingravidez.

En este sentido, al trabajar en la R.E. estamos trabajando sobre el campo de la energía vital de la persona y, en consecuencia, en los otros dos campos en los cuales se ejerce la acción de esta energía: el campo del cuerpo físico, por un lado, y el campo del alma, por el otro.

La acción de la R.E. sobre el cuerpo es evidente y notoria. Cualquiera puede experimentarla. La otra, la acción sobre el alma, solo los que perseveran más tiempo en ella, colaborando en la medida de sus fuerzas, la perciben con claridad. Pero en todos se produce esa acción sobre el alma, aunque ya hemos explicado que los efectos a conseguir dependen en gran modo de la actitud de cada uno.

 

En particular, esta relación de la energía con el alma, impulsora de la evolución espiritual de la persona, depende del nivel de centramiento, pues solo con una energía bien centrada puede relacionarse fácilmente la persona con su alma. Igual ocurre con el árbol. Son sus raíces las que determinan su capacidad de crecimiento. Por eso, el objetivo final de todo tratamiento de R.E. es el centramiento de la energía. En otras palabras, el objetivo de la R.E. es el de producir un hombre centrado, dotado de un centro fuerte y, por tanto, capaz de evolucionar interiormente de forma plena.

Antes del tratamiento la persona viene descentrada y con la energía acumulada en la parte superior de su cuerpo, sin excepción, es decir, en los hombros, nuca y cabeza. Al final del tratamiento la energía debe, necesariamente, si se ha hecho el trabajo correctamente, situarse con claridad sobre el centro del vientre. En ese momento puede decirse con verdad que esa persona es diferente a la que era antes. Ha habido un cambio y un cambio en profundidad. No es posible explicar aquí en detalle el efecto y la importancia del centramiento. Me remito a los capítulos del libro que tratan sobre ello.

Pero esta es la característica del trabajo de R.E., la de producir centramiento. No se trata de trabajar sobre la energía, siendo muchos los que lo hacen, sino de equilibrar esa energía y terminar devolviendo a la persona su centro perdido, ese centro que quizás no había tenido en muchos años.

Trabajar sobre la energía es fácil, aunque hacerlo de forma defectuosa puede ser desequilibrante y peligroso. Hacerlo correctamente se sumamente difícil, sobre todo si no se limita uno a conseguir efectos locales sino que se trabaja sobre el centramiento de la totalidad.

A partir de ahí todo es ir dando pasos, uno detrás de otro, en el camino de recuperar la salud corporal e interior. Crear centramiento es poner los cimientos para ir andando ese camino desde uno mismo. A través del centramiento se produce una mejor relación con uno mismo –como consecuencia del acercamiento al alma- y una intensa relación con la tierra, base de nuestro crecimiento, lo que se traduce en energía en los pies y enequilibrio físico, emocional y mental.

 

 

La salud es un instrumento para vivir, no un fin de la vida. La evolución de la persona, mucho más importante, sí es un fin claro de la vida. Sin embargo, salud y evolución guardan entre sí una estrecha relación, porque un cuerpo que vive con una energía en permanente desequilibrio difícilmente va a poder evolucionar. Finalmente, la evolución no es más que el resultado de la salud , la cual engloba a la totalidad de la persona.

 

Para ampliar este tema consultar los capítulos III.2, III.3, III.4 y III.5 del libro.

Quiénes pueden practicarla

La R. E. es un arte, y como todas las artes precisa de condiciones innatas mínimas que puedan luego ser desarrolladas. Pero estas condiciones no son más especiales que las que se requieren para, por ejemplo, tocar bien un instrumento. La capacidad base es la de sentir la energía con las manos, y son muy numerosas las personas capacitadas para ello. Otra cosa diferente es que esas personas quieran, o puedan, dedicarse plenamente a desarrollar dicha cualidad. 

Porque quien lo toma como una simple afición no puede llegar lejos, ni en este arte ni en ningún otro.

La R.E. es el arte de sentir la energía y crear, a través suyo, equilibrio en la persona. Algo parecido a afinar un instrumento musical, aunque mucho más difícil, porque se trata de afinar el cuerpo de energía de la persona

 

Tocar el cuerpo con las manos es también como producir música tocando las teclas del piano. Estas no pueden ser tocadas de cualquier manera. El arte del piano es el arte de tocar cada tecla en el instante preciso, en el orden adecuado, con la intensidad necesaria. Pues algo así es el arte de tocar el cuerpo humano para afinarlo energéticamente, el arte de la R.E.

Para realizarlo hace falta sentir la energía y tener buen centramiento en uno mismo, porque difícilmente se va a poder crear centramiento en los demás si no lo poseemos antes nosotros

En la R.E., a diferencia de la medicina, uno tiene que realizar previamente en sí mismo todo aquello que vaya a enseñar a los demás. Es un trabajo que involucra a la forma de vivir privada de la persona, a diferencia de lo que ocurre con los profesionales de la medicina. Como estos se relacionan con la enfermedad, no con la salud, pueden vivir de la forma que quieran, porque para recetar antibióticos no hace falta saber respirar.

Pero la R.E. es un camino de salud, y dar salud implica haberla vivido previamente en uno mismo.

Es un camino de "dar", no de "recibir", y por lo tanto se practica para dar, y en ese dar encuentra su pleno sentido, aunque eso no esté al alcance de muchos, interesados solo en los rendimientos económicos del trabajo realizado con el menor esfuerzo.

Es un camino bello como pocos, pero también comprometido y sacrificado.

 

La relación con la otra persona es directa, intensa, prolongada, no con una mesa de por medio, sino tocando su cuerpo con las manos, involucrándose en sus problemas, sintiendo sus desequilibrios y enseñando continuamente. Nada parecido a lo que se practica por la medicina de la Seguridad Social, extendiendo recetas sin apenas tiempo para mirar a la persona

Para hacerlo hay que tener confianza plena en lo que se hace, para poder transmitirla a los demás. Pero además, antes, hay que haber practicado mucho en uno mismo, para transformarse en instrumento de la energía y así poder trabajar luego con ella. Antes de trabajar con otros hay que convertir el propio cuerpo en conductor fácil de la energía.

Hay que aprender lo que es silencio interior, y lo que es la respiración, lo cual quizás lleve años. Hay que aprender a vivir con ritmo y armonía, y a desprenderse cada día de las tensiones acumuladas. Hay que aprender a curarse sin necesidad de médico. Hay que tener limpieza de mente, y hay que aprender muchas cosas complementarias que se precisan para el trabajo, relativas a la alimentación, al ayuno, a la fitoterapia, a la hidroterapia, al katsugen, al taiheki, al yoga, a la medicina oriental, así como nociones básicas de fisiología y anatomía.

Todo eso hay que saberlo pero para enfocarlo luego en un solo punto, sin mezclar técnicas diversas, explorando el propio trabajo y sacando de la propia experiencia la mayor parte de nuestro aprendizaje.

Ahora, a comienzos del siglo XXI, son aún pocas las personas capaces de dedicarse a ello, pero irán aumentando cada vez más porque la experiencia de la energía vital es determinante para la conservación de la salud y para avanzar deprisa en el camino de la evolución.

La medicina seguirá siendo igualmente necesaria como medicina de masas, pero cada vez más personas necesitarán otra forma de tratamiento.

Porque hay cuerpos que reaccionan solo ante un contacto preciso, ajustado a sus necesidades, del que reciben todo lo que precisan para desprenderse de sus tensiones, abrirse y respirar profundamente. Siempre es enormemente bello ver de qué manera reacciona un cuerpo cuando, quizás por primera vez en su vida, es tocado de la manera exacta que necesita

Ese cuerpo/instrumento es afinado por primera vez en su vida, y eso nada tiene que ver con la ingestión de medicamentos, con inyecciones dolorosas o con cirugías traumatizantes. Cada técnica tiene su ámbito propio, y es hora de que las posibilidades derivadas de la R.E. puedan ser vividas por todas aquellas personas que las necesitan.

La R.E. no es algo que pueda ser aprendido en unos pocos cursillos de fin de semana, como ocurre con otras técnicas más conocidas que se dedican a expender títulos a precio abusivo, como si de un puro comercio se tratara.

Aprender la R.E. es otra cosa, bastante más difícil y trabajosa, algo en lo que hay que poner todas las fuerzas para obtener resultados. Pero es que en la vida las cosas son así. Todo lo que vale la pena cuesta esfuerzo, todo el esfuerzo del que se dispone.

Se trata de un problema de vocación, de necesidad de vivir para realizar exactamente eso. Seguro que hay muchas personas que me entienden.

 

Para ampliar este tema consultar el capítulo VI.2 del libro.

Diferencias con la medicina

Aunque su objetivo sea el mismo, el del cuidado de la persona, la medicina oficial y la R.E. representan caminos opuestos. La diferencia más esencial es que la medicina utiliza la fuerza sanadora de remedios externos, en tanto que la R.E. utiliza la propia fuerza del individuo.

Las consecuencias de esta diferencia son enormes. Al ignorar la fuerza del individuo, la medicina le obliga a adoptar una actitud pasiva, por lo que respecta a su energía, e insegura por lo que respecta a la confianza en sus propias fuerzas, lo que se traduce en una creciente incapacidad para reaccionar ante las situaciones de desequilibrio. En consecuencia, la persona se hace más y más dependiente del medicamento y, en la misma medida, más y más débil y carente de recursos.

A largo plazo esta situación crea enfermos crónicos, inseguros, e incapaces de vivir desde sí mismos.

 

En segundo lugar la medicina ignora la existencia de la energía vital, lo que implica ignorar lo más básico del ser de la persona. Pero, ¿cómo se puede comprender a la persona, y ayudarla, sin conocerla? La medicina se obstina en no salir de los laboratorios, pero la realidad, mal que le pese, es que el ser humano no es solo un cuerpo físico diseccionable y analizable al microscopio. Tiene otras dimensiones que es preciso conocer para poder comprenderle y ayudarle.

 

En tercer lugar la medicina se relaciona con la enfermedad, con lo patológico, como si esto fuera una realidad en sí mismo al margen de la persona y de su circunstancia. Como ignora lo que es salud –tremendo desconocimiento- ni investiga en ello ni está interesada en curar dando salud. Pero, ¿cómo va a hacerlo si la salud es algo intrínsecamente relacionado con la energía vital y las reacciones curativas naturales del cuerpo?.

La R.E. se preocupa solo de la salud – basada en el equilibrio energético- y es a través de la mejora de la salud, que es algo global, como actúa contra la enfermedad.

Cualquiera puede comprobar que la mejor terapia es el incremento de la salud. Sin embargo, las terapias de la medicina, basadas en la medicación, debilitan el organismo y reducen su capacidad vital.

En cuarto lugar, la medicina precisa de un diagnóstico previo, de modo tal que si lo equivoca produce también un tratamiento equivocado.

La R.E., por el contrario, no precisa de diagnóstico previo alguno, y el conocimiento de los estados de desequilibrio de la persona se van conociendo a medida que se avanza en el tratamiento, a través del mismo

 

En quinto lugar los médicos, como ya hemos dicho antes, no se involucran personalmente en su trabajo. Su salud, al parecer, nada tiene que ver con la salud del enfermo, lo que confirma la afirmación de que ellos no se comprometen con la salud, sino con la enfermedad.

La enfermedad puede ser combatida por la medicina –aunque no siempre- pero esta seguirá siendo incapaz de incrementar la salud de forma directa. La mejor demostración de ello son los hospitales, cada vez más llenos de pacientes ¿Cómo un sistema encargado de dar salud puede producir cada vez una mayor demanda hospitalaria?

Las diferencias son muchas más. Por ejemplo, la medicina elude cada vez más el contacto directo con el enfermo, mientras que la R.E. solo puede practicarse tocando el cuerpo en profundidad y sintiendo directamente el estado de su energía. La medicina se divide en especialidades, porque no acaba de entender la complejidad total que es el ser humano, en tanto que la R.E., a través de la energía, solo puede actuar de forma global en la totalidad del cuerpo humano. La medicina tiene una visión fragmentada de este; la R.E. una visión total y unitaria.

Cierto que la medicina tiene su campo, muy amplio por cierto, y cierto que es insustituible en casos de emergencia y como forma de terapia de masas pero también es cierto que no llega a conectar con el interior de la persona ni con sus necesidades profundas.

Acudir a la medicina está bien, pero debería ser el último recurso –nunca el primero -, y solo después de haber intentado movilizar los inmensos recursos propios de la persona. De esta manera estaríamos formando a personas activas y responsables, en vez de las personas pasivas, inseguras y atemorizadas que componen hoy día la gran mayoría de nuestra sociedad.

 

Para ampliar este tema dirigirse a los capítulos: V.3, VIII.1, VIII.2 y VIII.4 del libro

Diferencias con medicinas alternativas

Algunas personas hablan de la R.E. como de una forma más de medicina alternativa, cuando lo cierto es que no es una medicina sino un camino de salud integral. De hecho, sus diferencias con las restantes medicinas alternativas son numerosas. Al igual que la medicina convencional, muchas de lasmedicinas alternativasbuscan la curación a través de la aplicación de remedios externos, como puede ser la fitoterapia, la aromaterapia, la homeopatía.

 

Además, la práctica totalidad de las medicinas alternativas precisan de un diagnóstico previo en el que basarse, incluidas las medicinas energéticas como la acupuntura y el shiatsu.

No superan esta dependencia del diagnóstico previo porque ninguna de ellas, en realidad, trabaja sintiendo la energía. Las medicinas alternativas de tipo energético trabajan con la energía, pero sin que el que practica llegue a sentir realmente la energía. Esto es especialmente grave en el caso de la acupuntura y le resta buena parte de su eficacia.

Los antiguos acupuntores necesitaban sentir la energía, ya que solo de esa manera, y añadiendo durante siglos y siglos las experiencias de muchos otros, se pudieron ir concretando los recorridos de los meridianos de energía. Pero hoy día los acupuntores han perdido la capacidad para sentir la energía y actúan a ojos ciegas, en base a diagnósticos superficiales que solo tienen en cuenta el estado energético de los meridianos y a recetarios de libros.

Esta dependencia del diagnóstico es importante porque, si se reflexiona, el diagnóstico está tratando siempre de definir una enfermedad, una patología concreta y conocida.

Pero al aceptar esta forma de proceder, sin querer –o queriendo- estamos cayendo en el vicio de relacionarnos con la enfermedad, no con la salud. Y esa relación directa y estrecha con la enfermedad vicia desde el inicio todo el proceso de sanación.

El médico –alternativo o convencional- trata de ver la enfermedad, y cuando mira a la persona que ellos llaman "paciente" está viendo su enfermedad, no a la persona en sí, con toda la carga de su vida pasada reflejada en ese estado de desequilibrio.

Se tiene ojos para la enfermedad, pero no para la persona, que se les escapa. Más aún, definida la enfermedad, la persona, como tal, deja de contar. La relación con ella es a través de datos clínicos o de aparatos de reconocimiento.

Si se diagnostica una hepatitis, la atención del médico, el que sea, se centrará en el estado del hígado, quedando la persona relegada al olvido. Pero el estado del hígado es inseparable del estado general de la persona y de su forma de vivir. Quizás sea - la hepatitis- la consecuencia de otros desequilibrios previos, y sea causa, a su vez, de otros más, tanto en el plano somático como en el psicológico. Y es el conjunto de todas esas causas y efectos relacionados lo que determina la situación de la persona en ese momento. El médico dirá: "sí, pero a mí lo que me importa es curar ese hígado". A mí, en cambio, con otra visión, lo que me importa es devolver la salud a esa persona, siendo el estado de su hígado solo una parte del panorama general de su falta de salud.

El médico ve un hígado enfermo. Yo veo una falta de salud global que, entre otras cosas, produce un problema de hígado.

 

Hay que intentar recuperar el equilibrio de la totalidad, de forma armónica, devolviendo salud, no limitándose solo a curar una patología concreta y aislada. Las enfermedades se pueden estudiar en el laboratorio, pero a la persona..... ¿cómo saber de sus necesidades, tan profundas, tan cambiantes, tan interrelacionadas las físicas con las psíquicas, tan vinculadas a su forma de vida?

Yo sostengo que solo puede conocerse en profundidad a la persona a través de su energía vital, pues solo a través del contacto con esta energía vital –que representa la fuerza sanadora propia de cada individuo- podemos ir a su interior y reparar, en la medida de lo posible, el equilibrio perdido.

La persona, más allá de las apariencias, es siempre "un interior", siendo ese interior el que importa conocer y cambiar.

Pero, ¿cómo ir a ese interior de la persona?

La medicina elude la cuestión porque no está interesada en la persona. Pero, si se quiere ir al interior, ¿cómo hacerlo? Solo hay una forma, y es a través de la energía vital, la puerta que nos lleva al interior de la persona y nos lo muestra, siendo, además, nuestra guía.

De ahí la extrema importancia de aprender a trabajar con la energía vital, perodesde su percepción. Todo lo demás acaba convirtiéndose, las más de las veces, en una manipulación de ella.

 

Para ampliar este tema consultar los capítulos V.3 y VIII.5 del libro.

Diferencias con el masaje

Muchas veces las personas que vienen a la R.E. siguen creyendo que se trata de una forma de masaje. A ellas solo les importan los resultados, y poco o nada el conocimiento del trabajo que con ellos se esté realizando. Por eso quiero dejar claras algunas diferencias importantes con el masaje.

 

La primera, y más fundamental, es que el masaje se ocupa del cuerpo, en tanto que la R.E. se ocupa de la energía, siendo luego esta la que actúa sobre el cuerpo. Diferencia esencial, claro está, de la que se derivan muchas otras.

El trabajo con la energía se puede, incluso, realizar a distancia, sin necesidad de tocar el cuerpo de la persona. Al ocuparse del cuerpo –y sobre todo de su parte muscular- el masaje realiza un trabajo superficial, ya que el cuerpo físico es la parte más superficial de ese complejo que es el ser humano.

La R.E., que se ocupa de la energía, es, por el contrario, un trabajo en profundidad, que llega hasta lo más hondo de la persona y permite que esta vaya cambiando en sus aspectos más profundos.

Cuando el masajista toca el cuerpo, lo que toca es realmente el cuerpo, su piel y su musculatura.

Cuando la R.E. toca el cuerpo lo que está tocando, y modificando, es la energía vital que lo ocupa. En consecuencia, son trabajos que se realizan con "materiales" totalmente diferentes: cuerpo físico en un caso; energía vital en otro.

En segundo lugar, es el masajista quién mueve las manos, lo cual parece algo obvio. Las mueve según su criterio, de acuerdo a sus conocimientos y a su rutina de trabajo. Es decir, es él quién decide lo que hacer en cada momento. Pero no es este el caso de la R.E. Como ya ha quedado explicado en el apartado que trataba sobre la Regulación Energética, la misión de quién la practica es solo la de ayudar a la energía a autorregularse, de acuerdo a un proceso en el cual la mente no interviene. Más aún, la regla de oro de la R.E. es la de no mover las manos, debiéndose siempre esperar a que sea la energía la que las mueva, llevándolas de un lado a otro del cuerpo.

La diferencia es fundamental, porque solo cuando es la propia energía la que decide a donde llevar las manos hay seguridad de que lo que se hace es lo correcto. La razón, ya explicada, está en que la energía es inteligente, ya que su misión en el cuerpo es precisamente la de autorregularlo continuamente manteniendo, en lo posible, su salud.

Ciertamente, frente a esta inteligencia del propio cuerpo –presente, por otra parte, en cada una de sus funciones fisiológicas del cuerpo- nada puede hacer la mente del terapeuta, incapaz de comprender incluso las cosas más obvias y llena siempre de errores y prejuicios.

 

El masaje tiene pocas pretensiones terapéuticas, porque ciertamente no puede llegar a más, siendo una de las principales la acción de relajación. Cierto que un buen masaje puede ser relajante, aunque muchas veces se confunda relajación con sensación placentera de bienestar.

Un contacto corporal bien realizado es sumamente agradable, pero para relajar en profundidad hay que saber actuar sobre las zonas en tensión de esa persona. ¿Cuáles son en concreto? Solo contactando con la energía puede saberse.

Pero, incluso si se conocen, no basta con saberlo, hay que poder llegar a ellas. Me explico, no por tocar y masajear una zona contraida esta va a relajarse y soltarse.

Ningún efecto se consigue si, antes, la energía no se dirige a esa zona. Entonces sí, cuando la energía quiere actuar en esa zona, la acción del contacto –incluso del masaje- puede ser muy relajante. Pero, a veces, la energía no tiene fuerzas para llegar a las zonas de mayor tensión o al menos en un primer momento. Por eso, aunque las identifiquemos con claridad, carece de sentido actuar sobre ellas. Hay que esperar a que la energía quiera hacerlo, a que llegue el momento preciso de actuar en coordinación con la energía, lo que requiere, frecuentemente, realizar antes un camino previo de equilibrio en otras zonas corporales aparentemente no relacionadas.

Satisfacer la necesidad de equilibrio corporal es difícil, y resulta imposible hacerlo si no se actúa en contacto con la energía vital. No basta, por tanto, con tocar donde duele o donde se da una contractura, para que ese dolor o contractura desaparezca. Las cosas no son tan simples

¿Cómo sabemos que es ese punto el primero que hay que tratar?. Si hay zonas previas de tratamiento, no dolorosas o tensas, ¿cómo conocerlas? ¿Cómo coordinar nuestra acción sobre un punto con la acción de la energía sobre ese punto?

Solo la energía vital puede darnos la respuesta. Y solo sintiendo la energía vital podremos estar seguros de proceder en el orden correcto y en el momento oportuno. Realmente, tocar con fines curativos, un cuerpo sin sentir su energía –lo que equivale a decir sin sentir sus necesidades- no deja de ser una imprudencia o una osadía.

Nada más alejado, por tanto, del masaje que la R.E., por más que, en los dos casos, se actúe con las manos sobre el cuerpo. Quizás la práctica del masaje pueda ser un buen entrenamiento para sensibilizar las manos y facilitar la percepción de la energía. Pero la costumbre de moverlas continuamente, sin darse nunca la oportunidad de "escuchar" al cuerpo, dificulta el aprendizaje.

Hay que saber colocar las manos y esperar, "escuchando" a través de ellas el cúmulo de percepciones que nos llega desde el cuerpo.

Luego, un día, en algún momento, esas manos serán movidas a otro lugar del cuerpo y, para nuestra sorpresa, no habremos sido nosotros los que hayamos realizado ese movimiento. Es la impactante experiencia de sentir las manos movidas por la energía. Es una experiencia que deseo a todas aquellas personas que realizan el masaje corporal.

 

Para ampliar este tema consultar los capítulos VI.3 y VI.5 del libro.

Reflexiones finales

Utilizar las manos para comunicar con la energía de la otra persona y así ayudarle a recuperar la salud resulta algo novedoso en este mundo nuestro hecho de tecnología y de incomunicación. Las manos desnudas, ¡son tan poco tecnológicas! Y, sin embargo, es maravilloso y sorprendente ver cómo el simple contacto de unas manos basta para resolver problemas ante los cuales la medicina hospitalaria, con todos sus sofisticados medios de diagnóstico y tratamiento, se revela ineficaz.

 

Esto debería hacer pensar más en ese misterio que es la persona humana en cuanto ser de energía.

Cada día se anuncian nuevos avances espectaculares en ingeniería genética. Dicen que el conocimiento del genoma humano permitirá, dentro de pocos años, curar muchas enfermedades y prolongar la vida de las personas.

 

La cuestión es: ¿será mejor esta vida más larga?

Lo que cuenta, pienso, no es la duración de la vida, sino el cómo se vive esa vida.

Por lo tanto, hay que poner el acento en la forma de vivir, más que en los años de vida. Y es aquí, en este punto, donde la medicina guarda silencio, sin nada que decir al respecto. Porque, ¿ qué sabe la medicina de la vida y del ser humano?

Se curarán muchas enfermedades, quizás, pero aparecerán otras nuevas, porque el morirse es una necesidad básica del ser humano.

En cualquier caso, lo importante será siempre aprender a vivir. ¿Y cómo aprender a vivir desconociéndose tanto, ignorando incluso el básico hecho de que somos seres de energía?

La R.E. es una prueba palpable de que lo somos, y de que nuestras necesidades se solucionan desde el equilibrio energético.

 

Desarrollar la ciencia de la medicina es importante, pero más importante es aprender a desarrollar las capacidades de que está dotado el ser humano, lo cual ya no es un trabajo colectivo sino individual. Porque, mientras el ser humano no se desarrolle, y lo haga solo la ciencia médica, este ser humano va a vivir cada vez más dependiente, más sujeto a ella.

Pero esto es peligroso, porque ¿dónde queda entonces su libertad?

Tenemos que darnos cuenta de que el destino del hombre es crecer en libertad, la cual requiere autosuficiencia.

Pero, ¿cómo ser autosuficientes cuando vivimos en creciente dependencia?. ¿No será necesario, para crear esta autosuficiencia, que desarrollemos al máximo las propias capacidades?

La sociedad avanza, pero ¿y el ser humano individual?

El avance individual solo puede medirse en términos de madurez y libertad, lo cual pasa por el encuentro previo consigo mismo y por el desarrollo interior.

¿Es esto lo que sucede?

Me temo que no. Me temo que vamos hacia sociedades todopoderosas integradas por individuos cada vez más débiles y dependientes. Una cosa lleva a la otra.

Por eso digo que hay que recuperar las raíces interiores del ser humano, las cuales son el resultado de nuestro centramiento energético.

Hablar de raíces del ser humano no es solo una bella metáfora, sino algo real. Porque cuando estas raíces se dan, en la persona centrada, se produce, como por arte de magia, una conexión con la tierra diferente

 

 

Entonces, en ese momento, nuestros pies pisan con fuerza la tierra, dialogando con ella y haciéndose uno con ella. Entonces, en ese momento, nuestra columna se estira hacia arriba, sin esfuerzo, y recuperamos la total dignidad del ser humano plenamente erguido, bellamente erguido sobre la tierra, con el orgullo de ser hombres y de pisar la tierra.

Esta dignidad del ser humano no es el resultado de sus conocimientos, o de su poder adquisitivo, sino el resultado de su forma de vivir, la cual se refleja en su forma de erguirse, andar y vivir por la vida. Todo va unido.

Las raíces no están en el pasado, y menos en el pasado colectivo, sino que forman parte del presente vivo de cada uno. Las llevamos dentro para ser desarrolladas.

En estos tiempos de globalidad, también el ser humano debe recuperar su totalidad uniendo su cuerpo con su alma, su exterior con su interior, su tierra con su cielo.

Pero, para ello, tiene que comenzar por recuperar su centro, el cual le devuelve sus raíces y le conecta con su alma de energía. Entonces, desde ese centro, el hombre puede en verdad decir: YO SOY

 

Este trabajo de recuperar el centro es de los más bellos que puedan darse. Ese es el objetivo de la Regulación Energética, lo cual es mucho más que el simple "curar" una molestia corporal o enfermedad.

En este nuevo siglo XXI de tecnología, esta es una tarea que el hombre tiene aún pendiente, la del descubrimiento propio y, en especial, la del descubrimiento de su centro interior.

Esa es la tarea a la que se dedica también la R.E., la tarea en la cual está colaborando.

En la fotografía, momento final del tratamiento, cuando la energía se sitúa sobre el centro del vientre. Todo el trabajo de regulación energética se ha dirigido a conseguir, finalmente, este centramiento.

A partir de ahí, la energía funciona como un todo dotado de centro, es decir, como una unidad.

 

A explicar en detalle este tema se ha dedicado toda la Primera Parte del LIBRO "La Regulación Energética", así como el cap.X de la Segunda Parte ("Las raíces del hombre").

Quienes quieran consultarlo pueden descargarlo, desde esta página, gratuitamente, a través de Internet.

Xavier Sánchez de Muniain
BIOGRAFÍA

Hay trabajos, como el de la R.E., que deben de venir avalados por la vida de la persona que los realiza. Eso es lo que pienso.

Por esta razón he decidido contar mi vida bastante más en detalle de lo que, en un principio, hubiera deseado.

 

Nací en Madrid, un 17 de febrero de 1940, recién terminada la guerra, en el número 57 de la calle Serrano. La infancia transcurrió a lo largo de la posguerra. Fui el tercero de diez hijos.

Eran los tiempos del gasóleo y del racionamiento. La mayor tecnología de que se disponía era la de la radio. Ni siquiera había frigoríficos. Los coches, escasos, circulaban haciendo sonar el claxon continuamente. Una locura. Sin embargo, fueron años felices.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi primera fotografía, de bebé, en brazos de una de mis tías

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A los 7 años

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con mi hermano Jose, en Diciembre del 47, en la Herrería del monasterio de El Escorial. Aunque parezca lo contrario, no soy el del centro sino el de la izquierda.

 

Los años de colegio se me hicieron duros e interminables, con una religiosidad atemorizante, dogmática y castrante. Allí, nada más llegar, coseché mi primer suspenso, en latín.

El último año pedí hacerlo en un Instituto público, lo que fue una liberación.

Me gustaba el arte sobre todo, y no se me daban mal las ciencias, así que decidí hacer arquitectura.

Sin embargo, siempre he sentido no poder dedicarme a la pintura, que era lo que más me gustaba y para lo que más cualidades he tenido.

Ingresé en la Escuela, la ETSA, en Junio del 60, después de tres años de preparación, a lo que siguieron cinco años más de carrera.

Fue una enseñanza mediocre, sin buenos profesores, en la que todavía se rendía homenaje a los estilos clásicos, a los capiteles, a las volutas y a las molduras. Le Corbusier, en cambio, era un olvidado, simplemente no contaba. Tremendo y decepcionante.

Fueron los años del "seiscientos" y de los "Planes de Desarrollo", cuando comenzábamos a salir a Europa y no como emigrantes. Yo elegí Inglaterra, en el estudio del que luego sería mi gran amigo, el arquitecto William Cowburn, de St. Annes on the Sea. Viví unos meses en su casa a la vez que trabajaba en su estudio. Fue una bocanada de oxígeno y una gran experiencia.

 

 

Hacia 1961,en un viaje de curso por la ruta del románico

 

 

 

 

 

 

 

Retrato expresionista de Julia, una de las novias de mi hermano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

San Jorge de Donatello. Con este dibujo al carbón pude ingresar en la ETSA

Fueron años interesantes, esos entre el 60 y el 65. Había pocas oportunidades en el ámbito cultural, pero se ponía un esfuerzo y un interés que echo ahora en falta en los estudiantes. Quizás porque no se había llegado a eso de la "sociedad del bienestar" Enseguida llegaron los Beattles y el Mayo del 68.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un proyecto de tercero de carrera : " el estudio de un escultor". Plano y maqueta.

Obtuve el título en junio de 1965 y, por razones familiares, me vine a vivir aPamplona, en donde he residido desde entonces.

Conseguí el puesto de arquitecto municipal de Pamplona en 1966, y lo desempeñé hasta 1972, año en el que pedí la excedencia voluntariamente. Desde entonces me dediqué a la práctica privada de la arquitectura y del urbanismo.

En el año 68 contraje matrimonio con Concha.

Aunque la vida nos ha llevado luego por diferentes caminos, siento por ella una inmensa ternura, cariño y agradecimiento.

El 24 de febrero del 70 nació Jerónimo, y el 2 de febrero del 72 Claudia. Dos fechas que no se pueden olvidar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Durante el periodo 1975-79 dediqué especial atención a la planificación sanitaria, promoviendo, dirigiendo y coordinando a los equipos multidisciplinares que participaron en la redacción del llamado Plan de Asistencia Sanitaria de Navarra, (PASN) encargado por la entonces Diputación Foral de Navarra

Fue una experiencia piloto muy interesante que obligó a diseñar todo un nuevo Servicio de Salud para Navarra, lo que implicaba, a mi entender, la definición previa de una nueva filosofía sanitaria.

Personalmente me encargué de la redacción de este trabajo referencial de base, haciendo hincapié en la salud, y en la prevención, como punto de partida de toda acción asistencial posterior. No hace falta decir que, como tantas otras cosas, el PASN nunca se llevó a la práctica. En la Diputación pensaron que era demasiado "social".

 

En el plano individual pasé por momentos difíciles a partir de 1971, a causa de unas contracturas reincidentes que, cada vez con mayor frecuencia, bloqueaban de forma muy dolorosa mi cuerpo, especialmente en la zona de hombros y cervicales, dejándome como un inválido. 

Pasé por Hospitales y diferentes servicios de rehabilitación sin conseguir ningún resultado. Ni siquiera supieron darme un diagnóstico de lo que me ocurría. También recurrí a diferentes curanderos. Finalmente los médicos comenzaron a tratarme con fuertes dosis de valium y relajantes musculares. Al comienzo la medicación pareció ser una buena solución, pero pronto se puso de manifiesto que atacaban los síntomas, pero no la causa. Las contracturas se hicieron más frecuentes y dolorosas y tuve que ir aumentando la dosis de la medicación que cada vez hacía menos efecto. Y todo ello sin diagnóstico y sin que ningún médico ni fisioterapeuta se hubiera dignado tocar mi cuerpo con las manos. Ningún médico supo decirme en ningún momento lo que debía ser para ellos evidente: que era la ansiedad acumulada la que, en mi cuerpo, se traducía en contracturas.

¡Ah, con qué facilidad podría curar algo así ahora, a través de la R.E.!

En un momento de gran preocupación ante la falta de soluciones pensé en el Yoga, técnica que yo desconocía. El pensamiento concreto que tuve –lo recuerdo con mucha claridad, incluso el sitio y la hora- fue: " a una persona que hace yoga no le ocurren estas cosas".

Sin pensarlo dos veces, me fui a una librería y compré, después de mucho buscar, un libro sobre Yoga. Por entonces, a comienzos de los 70, no se publicaba apenas nada sobre orientalismo, alimentación, medicinas alternativas y cosas así.

Comencé a practicar solo, cada día, por espacio de una hora, al llegar del trabajo. También encontré a una persona que sabía algo y que me dio un par de clases individuales breves. Pero fue suficiente. Nada me apartaba de la práctica, porque había llegado a la clara intuición de que solo yo podría curarme de ese problema que me incapacitaba de forma progresiva

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Portada del Resumen del PASN, concluido en el 79

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Marzo del 78 Enseñando a esquiar a Jerónimo y Claudia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi última obra de arquitectura: el edificio central de la Caja de Ahorros de Pamplona, concluida en el 79.

Como resultado, inicié una lenta pero franca mejoría. Los espacios sin contracturas se espaciaban, hasta que, finalmente, pude mantenerme sin medicación alguna.

Pero tuve que comenzar por aprenderlo todo sobre mí. Tuve que aprender a sentir mi cuerpo, a controlar la postura, a relajarme y a respirar.

Ciertamente que, gracias a ese problema físico, mi vida comenzó a cambiar y se abrieron inmensas oportunidades para aprender, sobre todo desde mi mismo.

Y a ello me puse con todo el entusiasmo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como en tantas otras ocasiones a lo largo de la historia, laenfermedad pasó de ser algo negativo a convertirse en la gran oportunidad para cambiar y hacer de la vida algo diferente.

Interesado por ese mundo nuevo que percibía a través de los libros de yoga, comencé a descubrir muchas otras cosas, como la energía –el prana- y laalimentación vegetariana.

Sin proponérmelo, mi cuerpo comenzó a cambiar y a pedirme, a su vez, un cambio de alimentación. Al poco tiempo me encontré llevando una estricta dieta vegetariana, que mi cuerpo necesitaba, y practicando también, de forma regular, elayuno, tan necesario para limpiarme por dentro de años de tabaco, alcohol y alimentación excesivamente carnívora.

Sin costarme esfuerzo dejé completamente el alcohol y el tabaco, y cada día practicaba tres horas de yoga –ásanas, pranayama y meditación- antes de ir al trabajo, lo que implicaba que me tenía que levantar antes de las 5 de la mañana.

Pero me curé, recuperé la salud, y descubrí todo un mundo nuevo lleno de sentido, aunque a mis amigos y conocidos todo eso les parecía una locura y les disgustaba.

En ese tiempo, ciertamente, era raro ser vegetariano y hacer yoga. No se hacía pan integral –tenía que hacerlo en casa, buenísimo, por cierto- ni había tiendas de dietética. La sociedad era muy cerrada y convencional, rechazando todo lo diferente.

Por eso muchos comenzaron entonces a verme con prevención, como a un bicho raro.

Así se entiende que, al implicarme en la planificación sanitaria de Navarra, impusiera unos puntos de vista que los equipos médicos no acababan de entender.

Todo lo que yo les decía sobre la salud y la energía les sonaba a chino, acostumbrados ellos a hablar solo de medicamentos y de dotaciones hospitalarias

Pero me sirvió, y mucho, para conocer muy de cerca, a lo largo de cinco años, el mundo de la medicina oficial y para pensar en profundidad sobre el sentido de la salud, como consecuencia de lo que yo, a diario, venía practicando.

Finalmente, el 4 de mayo de 1980, decidí dar un cambio importante a mi vida, abandonando el ejercicio de la arquitectura Solo sabía dos cosas: que tenía que dejar de hacer lo que hacía y que quería trabajar con mis manos. No fue una decisión fácil, pero sí muy clara. La tomé en un instante y sintiendo que no tenía marcha atrás.

Afortunadamente, Concha comprendió que esa decisión no era fruto de un capricho. Me dijo textualmente: "De todas las locuras que podías haber hecho, esta es la más sensata". Siempre se lo he agradecido.

Como tenía familia -mujer y dos hijos- me di el corto plazo de un año para descubrir lo que quería hacer y para aprender a hacerlo.

Trabajé intensamente durante ese año 80, viajando mucho y experimentando todas las técnicas que podían interesarme.

En especial sabía que tenía, antes que nada, que cambiarme a mí mismo, pues lo que fuera a hacer dependía de lo que yo fuera capaz de hacer

Por otra parte, sabía que el tiempo estaba en contra mío, así que tuve que hacer sacrificios, como el de abandonar a mi familia durante un tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En Gstaad, Suiza, en Julio del 80, en las conferencias de Krishnamurti

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Navidades del 81, en casa de mi padre

En Barcelona, en donde residí unos meses, encontré la ayuda inestimable deKatsumi Mamine, que dirigía un dojo de la asociación Seitai. Él me enseñó los fundamentos del trabajo con la energía –el yuki -, así como el katsugen y eltaiheki.

A la vez, trabajé asiduamente en el centro de Yiya Diaz, realizando, bajo su dirección, un trabajo de desbloqueo energético corporal que me fue de inestimable ayuda.

También a finales de ese año conocí a Shinmei Kishi en un cursillo que daba enLondres y después, durante unas semanas, en su residencia de París. A partir de ese momento, y durante unos años, nuestros caminos marcharon muy juntos.

Pero antes de eso, al volver a Pamplona, pasaron muchas cosas desagradables, que no puedo mencionar, y que me hicieron la vida extremadamente difícil en esos comienzos. El resultado fue que tuve que dar por terminado el tiempo de preparación y aprendizaje, mucho antes de lo previsto, y que tuve que comenzar este nuevo camino económicamente a cero Pero así es la vida, un camino difícil que a veces se presenta sin elección y por sorpresa.

Así, durante ocho largos meses, tuve que dedicarme a poner orden en el entorno profesional que había dejado

Finalmente, solucionadas en parte las cosas, pude viajar con Kishi a Japón a finales del 81.

En el tiempo pasado allí aprendí mucho sobre la tradición del Shinto, el hara, losKami, el Zen y las artes tradicionales. Era un mundo que me sonaba a conocido, como antes me había ocurrido con el yoga.

Fue un viaje lleno de experiencias profundas, de esas que te sirven para toda la vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dos momentos en Japón, punto de partida de una vida diferente

 

En Japón vivimos en un lugar situado en las montañas, junto al Oeyama, totalmente alejado del ruido de las ciudades y del turismo. En ese retiro practicamos el Shinto y el trabajo con la energía. Ciertamente, el Japón tradicional tiene un encanto y una fuerza que desgraciadamente ya no existen. El Japón de ahora ha perdido el Hara, su más preciado tesoro, y su vida interior.

Antes de volver a casa, en Tokio, conocí al sanador filipino Marcos Orbito, que se alojó con nosotros unos días en casa de Kishi.

Persona sencilla, de gran fuerza interior, tiene una historia tan increíble como el trabajo que realiza. Aprovechando su amistad le invité a que viniera, unos meses después, a Pamplona

 

 

Puedo afirmar que he sido testigo de cientos de sus espectaculares operaciones con las manos, y doy fe de que son totalmente auténticas. Yo mismo viví esa experiencia varias veces. Es algo que ayuda a romper los esquemas establecidos.

En la fotografía, con Marcos Orbitoen una excursión al Valle de Hecho, durante su estancia en Pamplona

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Instalado ya en una nueva vida, casi todas las personas que me habían conocido antes, como arquitecto, rehuyeron mi compañía. Para ellos me había convertido en un marginado, en un perdedor, en alguien que, socialmente, ya no contaba para nada. Ni entendieron, ni quisieron entender. Prefirieron seguir inmersos en su mundo convencional, eludiendo toda pregunta. Simplemente, para ellos, dejé de existir..

Me tuve que poner a dar clases y a iniciar la práctica de los tratamientos, con la ayuda de Kishi que venía a Pamplona un par de veces al año.

Fue difícil y arriesgado, pero bello y lleno de intensidad.

En ese tiempo hacía cursillos los fines de semanas, en Pamplona y en diferentes ciudades, y cursos de larga duración durante el verano, en Lacar y en Azcona. Tres cursos de diez días cada uno, cada año.

Los grupos eran de unas treinta personas y se trabajaba prácticamente las veinticuatro horas del día. Por las noches salíamos a un monte de encinas cercano para dormir bajo las estrellas y poder ver el amanecer, levantados y en silencio. Así, en grupo, vimos muchos amaneceres y muchas puestas de sol, algo que todas las personas debieran experimentar alguna vez en su vida.

La energía hay que vivirla en contacto con la naturaleza: el sol, las estrellas, losárboles, el agua, el aire, la tierra. Por eso, las excursiones a la cercana sierra deUrbasa formaban parte de nuestro trabajo de curso. Pero no eran excursiones normales, sino parte del aprendizaje.

Al final de cada curso, las caras llenas de ansiedad de la llegada se transformaban en caras alegres de ojos limpios, sin miedo. Esa era la mejor prueba del trabajo realizado.

Fueron cinco años agotadores, desde el 81 al 86, trabajando continuamente con grupos de gente joven para enseñarles a vivir y a hacerlo desde la energía. De ese tiempo tengo maravillosos recuerdos.

 

 

 

Cursillo de verano en Hegiarte, Lacar, (Navarra) en 1981

Cursillo en Hegiarte, en 1983, en la sala de trabajo

 

 

 

 

 

 

 

Cursillo en Azcona, verano del 85

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cursillo en Azcona, invierno del 86 Paseo por el monte de hayas

Por fin, en el año 82, pude abrir un Dojo en Pamplona, en el que daba clases a diario, de 8 a 10 de la noche, y cursillos los fines de semana

Fue un buen lugar de encuentro y de prácticas para muchas personas durante ese tiempo. Seguro que ninguno de ellos lo ha olvidado.

En el Seiki Dojo de Pamplona, en la c/Nueva 4-6, en 1983

A la vez, iba practicando durante el día con los tratamientos, que entonces Kishillamaba de Seiki, palabra japonesa que quiere decir "equilibrio del ki", lo que luego traduje por Regulación Energética

De esa manera, "seikido" significa "el camino del equilibrio de la energía".

Por cierto, Kishi se formó en Japón, en el shiatsu, durante diez años, al lado del maestro Shizuto Mazunaga, hasta que llegó el momento en que descubrió la energía, de la cual su maestro nunca le había hablado. El encuentro con la energía cambió también su vida y se vino a vivir a Europa. Por eso, en esos tiempos del comienzo, denominaba a su práctica Shinto Shiatsu.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imágenes de Shinmei Kishi haciendo tratamientos en el Dojo de Pamplona y trabajando con un alumno durante un cursillo realizado en 1981

A partir de 1986, y debido a una serie de circunstancias, decidí abandonar la enseñanza colectiva y concentrarme en la terapia y enseñanza individual, cosa que vengo haciendo desde entonces.

He trabajado todos estos años en silencio y aislamiento, aprendiendo de mi trabajo.

Voluntariamente he rehuido el contacto con grupos o con otras formas de terapia energéticas con las que difícilmente iba a estar de acuerdo. No me he apoyado en otra cosa que no fuera mi propio interior.

En este camino se aprende solo desde el interior, y eso es lo que he estado haciendo. Después de tanto tiempo trabajando con grupos necesitaba este tiempo de nueva maduración en silencio.

Pero la vida es todo menos tranquilidad En enero de 1988 murió mi querida hija Claudia, a los 16 años. Su ausencia marca desde entonces nuestra vida. Fueron momentos de tremenda dureza que, ni fueron los primeros, ni han sido los últimos.

Gracias a ellos se aprende, pero también se va dejando uno las fuerzas por el camino.

 

En su diario dejó escritas cosas como estas:

"Busca ser tú misma; sueña con la inmensidad; ama con fuerza la vida, y hallarás la libertad"

"El amor lo inventó un niño con los ojos cerrados. Por eso están ciegos todos los enamorados".

"Puedes ser lo que tú quieras. Solo existe un obstáculo, tú mismo"

"El amor es triste, pero lo mejor que existe"

"Amar es sonreír con lágrimas en los ojos"

"Que poco azul llevas, para lo cielo que eres"

"¡Ehhhhh, que se pare el mundo, que me quiero bajar!"

Y, ciertamente, se bajó del mundo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ahora han transcurrido veinte años desde que dejé la arquitectura, y siete más desde que, como consecuencia de unas dolorosas contracturas, mi vida comenzó a cambiar.

He pasado de ser un diseñador de espacios materiales a ser un diseñador de los espacios interiores del ser humano, y de trabajar con el hormigón armado a trabajar con la energía vital.

Han sido años de una intensidad sin límites, y de una dureza mayor de lo esperado, pero de los que estoy orgulloso. Al final todos podemos construir una obra maravillosa, aunque no seamos políticos, científicos, artistas, arquitectos o empresarios importantes. Es la obra de la construcción de la propia vida. La gran obra de cada uno para la que venimos a este mundo tan difícil.

En realidad, solo de eso deberíamos enorgullecernos las personas, porque todas las demás "obras", aunque sean grandes como las pirámides de Egipto, son pura nada.

El paso del tiempo se graba en el rostro, y en el cuerpo, lo cual no tiene gran importancia, porque lo que importa es que se graba en el alma, enriqueciéndola si se ha vivido con esfuerzo y sinceridad

El cuerpo se desgasta, felizmente, porque para eso está, pero el alma se hace luminosa y grande, y ese enriquecimiento interior es lo que cuenta.

He escrito muchas cosas no publicadas.

Pueden consultarse aquí, en "Otras obras de Xabier Sánchez de Muniain"

Una de ellas es este trabajo sobre la Regulación Energética que quiero ofrecer libremente, a través de Internet, a todos aquellos que estén interesados en este apasionante mundo del ser humano, de su estructura energética, y de la salud; es decir, a todos los que estén interesados en el conocimiento de sí mismos y en su propia evolución interior.

 

 

 

 

 

 

 

En mis comienzos el aprendizaje me resultó muy difícil, en parte por la falta de claridad que rodea al mundo de la energía, y también, a veces, por el hermetismo de algunos a la hora de comunicar sus conocimientos

Por eso, ahora, quiero compartir lo que sé, a fin de que otros puedan tener más fácil el comienzo y así llegar más lejos en este camino que creo necesario.

 

Muchas han sido las personas a las que debo inmenso agradecimiento. Ya he citado a Katsumi Mamine y a Shinmei Kishi. También a Yiya Diaz, gran amiga, y profesora en Barcelona de su método de trabajo corporal con la energía, -"Cos-Art" (Cuerpo-Arte)- basado en el método de Fedora Aberastury, con la cual trabajó muchos años. Su trabajo constante conmigo, en mis comienzos, ayudó a facilitar en gran manera mi percepción corporal de la energía. Además, posteriormente, su enseñanza ha sido de gran ayuda en mi trabajo personal

También, y de modo especial, quiero agradecer aquí a todas las personas que, a lo largo de estos veinte años, han puesto en mí su confianza acudiendo para que las tratara y las ayudara a recuperar la salud. A todas ellas he intentado darles lo más que he podido. Pero también es mucho lo que he recibido de ellas, pues gracias a la experiencia que me han facilitado he podido avanzar en este camino.

Gracias también a Judit y a Unai, que han accedido, amablemente, a ser protagonistas de las fotografías de los tratamientos a ellos realizados y que se incluyen en estas páginas.

Y también a GNOMUSY, por autorizarme a utilizar su música de forma desinteresada.

Finalmente, mi agradecimiento a Mikel Sanz, amigo y profesional de la informática, que, con paciencia, ha ido enseñándome todo lo que sé sobre este mundo divertido de los ordenadores, además de encargarse del asesoramiento y programación de esta página web. Cualquiera que precise su ayuda puede visitar su página personal: www.stylo.net

 

 

Estoy seguro de que, en este nuevo siglo que comienza, el contacto con la energía vital se va a hacer familiar a muchas personas y, también, que cada vez serán más numerosas las que se decidan a seguir este camino del equilibrio de la energía, el camino de la Regulación Energética. o "Seikido"

Quizás a ellas les pueda ayudar la experiencia que sobre este trabajo detallo en el libro adjunto a esta página web –titulado "La Regulación Energética"- que cualquiera puede descargar gratuitamente a través de Internet, yendo al iconoLIBRO.

También me ofrezco para cualquier consulta que deseen realizarme sobre esta materia o cualquiera otra relacionada. No tienen más que dirigirse a mí a través de la dirección de CONTACTO de estas páginas.

Además, intentaré mantener viva esta página con nuevas aportaciones y aclaraciones que iré insertando periódicamente en el apartado titulado NUEVO.

 

Mis mejores deseos para todos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
bottom of page